viernes, 14 de octubre de 2016

¿Eres Martha o María?


¿Eres Marta o María?

Con este relato de la visita de Jesús a la casa de su amigo Lázaro donde sus hermanas lo escuchaban me identifico mucho. ¡Seguramente tú también! Una hermana atendiendo las cosas tangibles, prácticas y quehaceres de la vida cotidiana, y la otra hermana dejando todo eso y descansar en su mente para que la Palabra de Dios pueda entrar en su corazón. Esta creo yo es una dualidad en toda mujer.

Por un lado querer servir, entregando con esmero y dedicación su tiempo, pero quien, si llegara Jesús a su casa no pararía toda actividad para ponerle atención, incluso si nos llega inesperadamente alguna visita tratamos de ser hospitalarios, ¡mucho más si se trata del Señor! ¡Pero como nos angustia que la casa este desarreglada en esos momentos! ¡Si no hemos limpiado quisiéramos un milagro y en un abrir y cerrar de ojos que todo estuviera en su lugar! ¡Aunque sea sólo por donde ve la suegra!, como llegamos a decir.

Y por otro lado, ¡quisiéramos escuchar a Jesús con devoción, contemplar y disfrutar de su presencia todo el día! Lo identifico como cuando estás en las cosas de Dios, un retiro espiritual, escuchar misa, adorar la Eucaristía, por ejemplo; es un gozo que sentimos que puede ser el mejor obsequio que podemos recibir, estar cerca de Él. Y ver que podemos estar en comunicación directa con Jesús en nuestro propio hogar haciendo oración es un don que nos permite estar en paz y ser más felices. Amando y aceptando nuestra realidad cualquiera que esta sea, teniendo fe y esperanza todo tiene solución en Cristo.

Pero qué difícil situación, estar en el papel de Marta (creo que que a muchas nos pasa), nos quejamos de que nadie nos ayuda en el quehacer, porque ¡no tiene fin!, a penas terminas de arreglar la casa y enseguida comienzas de nuevo: llega la familia a comer y hay que lavar platos de nuevo, ¡y no se diga la ropa! ¡es como un carrusel que da vueltas y vueltas!, siempre vamos a ver ropa sucia que lavar y, un "infinito", etc. Yo creo que llegamos a ser obsesivas o poco misericordiosas con nosotras mismas, quizá porque no queremos aceptar que somos limitadas y no queremos rendirnos ante situaciones que no son como nos gustaría que fueran, y nos hacemos daño siendo duras pensando en cómo deben de ser las cosas, muchas veces exigiéndonos la perfección o pensando que los demás deben de ayudar y nos quejamos de que no lo hacen. Y ante todo esto, como mujeres se nos pide estar tranquilas y ser las que inspiremos paz a los demás, para tener un hogar lleno de armonía.


Por Elsy Actatitla
Correo:alianzadevidamx@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario