miércoles, 17 de abril de 2013

 “Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia”. Jeremías 31:3

 
Hace mucho tiempo existía un enorme árbol de manzanas. Un pequeño niño lo apreciaba mucho y todos los días jugaba a su alrededor. Trepaba por el árbol, y le daba sombra. El niño amaba al árbol y el árbol amaba al niño. Pasó el tiempo y el pequeño niño creció y el nunca más volvió a jugar alrededor del enorme árbol. Un día el muchacho regresó al árbol y escuchó que el árbol le dijo triste: "¿Vienes a jugar conmigo?". Pero el muchacho contestó: "Ya no soy el niño de antes que jugaba alrededor de enormes árboles. Lo que ahora quiero son juguetes y necesito dinero para comprarlos". 
"Lo siento, dijo el árbol, pero no tengo dinero... pero puedes tomar todas mis manzanas y venderlas. Así obtendrás el dinero para tus juguetes". El muchacho se sintió muy feliz. Tomó todas las manzanas y obtuvo el dinero y el árbol volvió a ser feliz. Pero el muchacho nunca volvió después de obtener el dinero y el árbol volvió a estar triste. Tiempo después, el muchacho regresó y el árbol se puso feliz y le preguntó: "¿Vienes a jugar conmigo?". "No tengo tiempo para jugar. Debo trabajar para mi familia. Necesito una casa para compartir con mi esposa e hijos. ¿Puedes ayudarme?". "Lo siento, no tengo una casa, pero... puedes cortar mis ramas y construir tu casa". El joven cortó todas las ramas del árbol y esto hizo feliz nuevamente al árbol, pero el joven nunca más volvió desde esa vez y el árbol volvió a estar triste y solitario. 

Cierto día de un cálido verano, el hombre regresó y el árbol estaba encantado. "Vienes a jugar conmigo?", le preguntó el árbol. El hombre contestó: "Estoy triste y volviéndome viejo. Quiero un bote para navegar y descansar. ¿Puedes darme uno?". El árbol contestó: "Usa mi tronco para que puedas construir uno y así puedas navegar y ser feliz". El hombre cortó el tronco y construyó su bote. Luego se fue a navegar por un largo tiempo.

 Finalmente regresó después de muchos años y el árbol le dijo: "Lo siento mucho, pero ya no tenga nada que darte, ni siquiera manzanas". El hombre replicó: "No tengo dientes para morder, ni fuerza para escalar... ahora ya estoy viejo. Yo no necesito mucho ahora, solo un lugar para descansar. Estoy tan cansado después de tantos años...". Entonces el árbol, con lágrimas en sus ojos, le dijo: "Realmente no puedo darte nada... lo único que me queda son mis raíces muertas, pero las viejas raíces de un árbol son el mejor lugar para recostarse y descansar. Ven, siéntate conmigo y descansa". El hombre se sentó junto al árbol y éste, feliz y contento, sonrió con lágrimas. 

Esta puede ser la historia de cada uno de nosotros. El árbol son nuestros padres. Cuando somos niños, los amamos y jugamos con papá y mamá... Cuando crecemos los dejamos... Sólo regresamos a ellos cuando los necesitamos o estamos en problemas... No importa lo que sea, ellos siempre están allí para darnos todo lo que puedan y hacernos felices. Parece que el muchacho es cruel contra el árbol... pero es así como nosotros tratamos a veces a nuestros padres. 
 
 Valoremos  a nuestros padres mientras los tengamos a nuestro lado.

martes, 16 de abril de 2013

 
 
 
 
 

 En una tierra en guerra, habia un rey que causaba espanto. Siempre que hacia prisioneros, no los mataba, los llevaba a una sala donde habia un grupo de arqueros de un lado y una inmensa puerta de hierro del otro, sobre la cual se veian grabadas figuras de calaveras cubiertas de sangre. En esta sala el rey les hacia formar un circulo y les decia entonces... "Ustedes pueden elegir entre morir atravesados por las flechas de mis arqueros o pasar por esa puerta misteriosa".
Todos elegian ser muertos por los arqueros. Al terminar la guerra, un soldado que por mucho tiempo sirvio al rey se dirigio al soberano y le dijo:
-"Señor, puedo hacerle una pregunta?"
Y le responde el rey:

-"Dime soldado".

-"Que habia detras de la horrorosa puerta?".

-"Ve y mira tu mismo", respondio el rey.

El soldado entonces, abrio temerosamente la puerta y, a medida que lo hacia, rayos de sol entraron y aclararon el ambiente... y, finalmente, descubrio sorprendido que la puerta se abrio sobre un camino que conduca a la libertad.
El soldado admirado solo miro a su rey que le decia:
-"Yo daba a ellos la eleccion, pero preferian morir que arriesgarse a abrir esta puerta".

Cuantas puertas dejamos de abrir por temor?.
Cuantas veces perdemos la libertad y morimos por dentro, solamente por sentir miedo de abrir la puerta de nuestros sueños o nuestras metas?
Juan 10:9
"Yo soy la puerta; el que por mi entrare, sera salvo; y entrara, y saldra, y hallara pastos."

Apocalipsis 3:8

"Yo conozco tus obras; he aqui, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre."