Basado en la experiencia de observar por un buen tiempo diferentes matrimonios de diversas edades y etapas, nos damos cuenta, que al igual que pasa con el desarrollo humano, en su infancia y en su edad adulta, en el que se hacen presentes diferentes etapas descritas y estudiadas por algunos especialistas en el área como Sigmund Freud, B. F. Skinner, Jean Piaget, etc., Según Michelle Weiner-Davis, el matrimonio también pasa por algunas etapas de desarrollo y ciertas crisis más o menos predecibles. Sin embargo, debido a que la mayoría no estamos familiarizados con las montañas y los valles del matrimonio, estos periodos de transición de etapa en etapa son malentendidos y casi siempre causan reacciones más o menos desproporcionadas. A pesar de esto, existen parejas que saben sobrellevar los periodos difíciles, generalmente los brincan y salen del otro lado con un amor más firme y profundo, además de un compromiso renovado con su cónyuge. Esa es la razón por la que queremos presentarles estas etapas.
Primera Etapa: Prevalece la PASIÓN.
Todo es color de rosa… no lo puedes creer, encontraste a tu “media naranja” Tienen “tanto en común”: Los mismos pasatiempos (hobbies), música, restaurantes y películas. Dicen las cosas al mismo tiempo. Pueden terminar las frases el uno del otro. Pueden pasar horas en el teléfono, para luego entrar al “cuelga tu… no tú, no tu… a la 1, 2, 3… ¿Sigues ahí? Cuando alguna cosa “pequeña” que no te gusta sale a relucir, generalmente la olvidas pronto, la racionalizas, le das poca o ninguna importancia. En ningún otro tiempo o etapa de la relación el sentimiento de bienestar y el deseo físico del uno al otro es tan intenso como lo es en esta etapa de romanticismo. La novedad y la emoción de la relación estimulan la producción de diferentes químicos (endorfinas y otros) en nuestro cuerpo que elevan nuestros niveles de energía, actitudes positivas, además de la sexualidad y la sensualidad. Mientras esto sucede se produce un estado de euforia; es que deciden a comprometerse a compartir el resto de sus vidas juntos. Y se casan.
Segunda Etapa: ¿En qué estaba pensando?
El final de la primera etapa da paso a un inevitable aterrizaje a la realidad. Esta etapa es de alguna manera la más difícil, porque es dónde se experimenta la caída más grande. Después de todo, ¿Cuántos kilómetros de distancia hay de la nube más alta a la desilusión? Para los principiantes, la realidad los asienta. Te comienzan a molestar hasta las cosas más pequeñas, te das cuenta que a tu esposa/o le huele la boca o los pies; que pasa demasiado tiempo en el baño, que no usa apropiadamente la pasta de dientes y que nunca deja la tapa del baño de manera apropiada… etc., etc., etc. Aunque un día pensaste que tú y tu esposa/o eran “almas gemelas” ahora te das cuenta que hay muchas, muchas diferencias entre ustedes. Te sientes confundido/a. Alegan de TODO. Es en este momento cuando recuerdas que hiciste un compromiso para “toda la vida”, y comienzas a entender finalmente el significado de ETERNIDAD. Irónicamente, es justo en medio de esta etapa, en la cual, experimentas y sientes todos los contras y problemas con él/ella, que tienes que hacerle frente a algunas de las decisiones más importantes y a la vez difíciles en sus vidas, tales como: el tener o no tener y cuándo tener hijos, dónde vivir, quién se hará cargo de la familia, quién se encargará de los pagos, cómo usarán o en qué, o con quién su tiempo libre, qué lugar tienen los suegros y el resto de la familia en sus vidas y quién se encargara de cocinar y otras muchas más. Justo cuando el espíritu de trabajo en equipo hubiese caído como anillo al dedo, es cuando más se sienten como oponentes o contendientes. Entonces comienzan a invertir el tiempo y esfuerzo de la siguiente década (más o menos) a que tu compañero/a cambie, lo que hace que detone o entre en escena la tercera etapa.
Tercera Etapa: Todo sería maravilloso sí tu cambiaras.
En esta etapa del matrimonio, la mayoría de las parejas piensan que hay dos maneras de ver las cosas. La manera de tu esposa(o) y la tuya, también conocida como “la manera correcta.” Y en lugar de hacer una lluvia de ideas creativas, las parejas constantemente pelean tenazmente hasta lograr que su pareja reconozca que está equivocada. Esto sucede porque cada punto de desacuerdo es una oportunidad para definir el matrimonio. Una y otra vez, ambos se niegan a cambiar su manera de pensar o de actuar. Este es el tiempo cuando muchos enfrentan varias opciones en el matrimonio, tres son las más socorridas: 1. Convencerse de que ya ha tratado absolutamente TODO y se dan por vencidos. Se dicen a sí mismos, que se les ha terminado el amor o que se casaron con la persona equivocada y entonces se divorcian. 2. Otras personas se apartan a sí mismos/as del Status Quo y deciden comenzar a vivir una vida separada (bajo el mismo techo, pero cada quién hace su vida). 3. Sin embargo, también hay algunos que deciden que es tiempo de comenzar a investigar maneras más saludables y agradables de interactuar. Aunque esta última opción requiere un salto mayor de voluntad y de fe, aquellos que optan por esta oportunidad, son los afortunados por que la mejor parte del matrimonio aún está por llegar.
Cuarta Etapa: Es que así es Él/Ella.
En la cuarta etapa, finalmente se alcanzan acuerdos con la convicción, que de hecho nunca verán todo con los mismos ojos y que debemos encontrar las formas para “llevar la fiesta en paz”. Comenzamos a buscar al otro para que nos de sus sugerencias, se busca consejería espiritual, se habla con amigos cercanos y con familiares, se atiende a terapia familiar o de pareja, se leen libros de auto-ayuda, o se toman seminarios sobre relaciones familiares. Aquellos que son más introvertidos y privados buscan soluciones en su propio interior. Con más disposición perdonamos a nuestro cónyuge por sus berrinches y por ser cabezas duras, y reconocemos que uno mismo no es tampoco “una perita en dulce.” Cuando sucede un desacuerdo, se hace un esfuerzo doble para ponerse a sí mismo en los zapatos de nuestro cónyuge (empatía). Reconocemos que como todo en la vida, tenemos que aceptar las cosas buenas y las malas. Las peleas suceden con menos frecuencia y cuando suceden ya no son tan intensas o emocionales como eran en los primeros años del matrimonio. Y porque son lo suficientemente inteligentes y maduros para llegar hasta esta etapa, cosechamos los beneficios de la quinta y última etapa.
Quinta Etapa: ¡Al fin juntos y para siempre!
Es realmente una tragedia que un porcentaje alto de las parejas que se casan nunca llegaran a la quinta etapa, cuando todo el dolor y el trabajo duro de las primeras etapas comienza a redituar. Dado que ya no estás metido en el problema de definir quién eres y como “debería” de ser el matrimonio, hay más paz y armonía. Tu cónyuge una vez más te empieza a “gustar”. En esta etapa, ya han compartido una historia juntos. Y aunque ambos están de acuerdo que el matrimonio no ha sido fácil, te sientes orgulloso de haber pasado las tormentas. Aprecias el sentido de compromiso de tu cónyuge, que ha provocado que su matrimonio haya durado. Te sientes más seguro/a contigo mismo/a y comienzas a apreciar y a valorar las diferencias que existen entre ti y tu cónyuge. Y aquellos que no aprecias, encuentras la manera de aceptarlo. Si tienen hijos, lo más seguro es que ya están grandes y son generalmente independientes, lo que les permite enfocarse una vez más en el matrimonio y vuelven los sentimientos de los viejos tiempos. ¡Has completado el proceso!
CONCLUSIÓN
Estoy seguro que si más parejas se dieran cuenta que al final del Arco Iris hay algo de gran valor (un tesoro) se repensarían las situaciones cuando las cosas no marchan bien. Un problema es que, la gran mayoría piensa que cualquiera que sea la etapa en la que se encuentran, es dónde estarán para siempre. Pero es importante recordar que nada, NADA es para siempre. Que hay estaciones para todo en la vida, incluyendo el matrimonio. Entre más sabio y más maduro/a seas, más te das cuentas de esto. Y entre más te des cuenta de esto, más será el tiempo que tú y tu cónyuge disfruten en la quinta etapa… ¡Al fin, juntos y para siempre!