miércoles, 18 de enero de 2012

EMPUJANDO LA ROCA



Cuentan que un muy buen hombre vivía en el campo pero tenía problemas físicos, cuando un
día se le apareció Jesús y le dijo: "Necesito que vayas hacia aquella gran roca de la montaña, y te pido que la empujes día y noche durante 1 año". El hombre quedó perplejo cuando escuchó esas palabras, pero obedeció y se dirigió hacia la enorme roca de varias toneladas que Jesús le mostró. Empezó a empujarla con todas sus fuerzas, día tras día, pero no conseguía moverla ni un milímetro. A las pocas semana llegó el diablo y le puso pensamientos en su mente: "¿Por qué sigues obedeciendo a Jesús? Yo no seguiría a alguien que me haga trabajar tanto y sin sentido. Debes alejarte, ya que es estúpido que sigas empujando esa roca, nunca la vas a mover". El hombre trataba de pedirle a Jesús que le ayudara para no dudar de su voluntad, y aunque no entendía se mantuvo en pié con su decisión de empujar.

Con los meses, desde que se ponía el sol hasta que se ocultaba aquel hombre empujaba la enorme roca sin poder moverla, mientras tanto su cuerpo se fortalecía, sus brazos y piernas
se hicieron fuertes por el esfuerzo de todos los días. Cuando se cumplió el tiempo el
hombre elevó una oración a Jesús y le dijo: "Ya he hecho lo que me pediste, pero he
fracasado, no pude mover la piedra ni un centímetro" . Y se sentó a llorar amargamente pensando en su muy evidente fracaso. Jesús apareció en ese momento y le dijo: "¿Por qué lloras?¿Acaso no te pedí que empujaras la roca? Yo nunca te pedí que la movieras, en cambio mírate, tu problema físico ha desaparecido. NO has fracasado, yo he conseguido mi meta, y tú fuiste parte de mi plan".

Muchas veces al igual que este hombre, vemos como ilógicas las situaciones, problemas y adversidades de la vida, y empezamos a buscarle lógica, nuestra lógica, a la voluntad de Dios y viene el enemigo y nos dice que no servimos, que somos inútiles o que no podemos seguir. El día de hoy es un llamado a "empujar" sin importar qué tantos pensamientos de duda ponga el enemigo en nuestras mentes, pongamos todo en las manos de Jesús, y El por medio de su voluntad nunca nos hará perder el tiempo, mas bien, nos hará ser mas fuertes!

lunes, 9 de enero de 2012

La Rueda



Había una vez una rueda a la que le faltaba un pedazo. La rueda quería estar completa, sin que le faltara nada, así que fue a buscar el pedazo que le faltaba, pero como estaba incompleta y solo podía rodar muy despacio tuvo tiempo para ver las flores, los árboles y disfrutar los rayos del sol, encontró muchos pedazos en el camino, pero ninguno le quedaba, así que siguió su camino.

Un día encontró un pedazo que le quedaba perfectamente, entonces se puso muy contenta pues ya estaba completa, ya no le faltaba nada y empezó a rodar con mucha rapidez. Tan rápidamente que no veía las flores ni los árboles ni disfrutaba los rayos del sol.

Cuando se dio cuenta de lo diferente que era el mundo al rodar tan deprisa se detuvo, dejo en la orilla del camino el pedazo que había encontrado y se fue rodando lentamente.

Cuando aceptamos que la imperfección es parte de nosotros mismos y sigamos rodando por la vida sin renunciar a disfrutarla habremos alcanzado una integridad a la que otros solo aspiran.

El Señor no nos pide que seamos perfectos, ni que nunca cometamos errores, sino que seamos íntegros. Si tenemos suficiente valor para amar, compasión para perdonar, generosidad para alegrarnos con la felicidad de los demás y sabiduría para reconocer que hay amor de sobra para todo el mundo, entonces estaremos completos, aunque nos falte un pedazo.

La entrega de amor de la Eucaristia



Muchas veces, con la agitación del día, no percibo la presencia de Cristo, olvido que Él está siempre a mi lado. Vivo la vida pensando en mis problemas, dificultades, responsabilidades… es decir, en mi egoísmo; no me doy cuenta de que Él quiso permanecer en la eucaristía por amor a mí, y que tengo el mayor tesoro: ¡la vida de gracia y su permanencia fiel en mi corazón!

Cristo escogió la forma más sencilla y necesaria para hacerse sacramentalmente presente. Un simple pedazo de pan que es su cuerpo, comida y bebida para mi peregrinar rumbo al cielo.

Señor, Simeón y Ana esperaron toda la vida para verte y yo te tengo presente en la Eucaristía y en mi corazón por la vida de gracia. Ayúdame a valorar la eucaristía, mi amistad contigo, y a estar decidido a morir antes que ofenderte.


"Pidámosle que nos atraiga cada vez más hacia sí mismo con la sagrada Comunión. Pidámosle que nos ayude a no tener nuestra vida sólo para nosotros mismos, sino a entregársela a él y así actuar junto con él, a fin de que los hombres encuentren la vida, la vida verdadera, que sólo puede venir de quien es el camino, la verdad y la vida. Amén." (Benedicto XVI, Basílica de San Juan de Letrán, Jueves Santo, 5 de abril de 2007 )

Dios quita para dar.



Un alumno le dijo a su Catequista:

---Dios siempre nos roba algo de lo que tenemos;por ejemplo, a Adan le robo una costilla.

--- Te equivocas ---le contesto el Catequista --- y te lo demuestro utilizando tu propio ejemplo de Adan.

---¡Papa!-- intenrrumpio la hija del Catequista--- Permiteme contestar yo.

El Catequista le dio permiso, y la joven explico:

-- El caso de Adan es semejante a este otro: de noche un ladron penetro en una casa, y se robo un candelabro de plata;pero a cambio, dejo alli un candelabro de oro...

--- ¡Ojala que ese ladron robara todas las noches en mi casa!--- interrumpio el alumno.

--- Lo mismo hizo el Señor Dios--- concluyo la joven;--- le quito a Adan una costilla, y acambio, le dejo una mujer, la compañera de su vida.

" ¡Que Irrastreable es la actuacion de Dios! " Romanos 11,33

Caminar en la Esperanza.



Los seres humanos siempre estamos a la espera de algo. Por ejemplo, tenemos la esperanza de encontrar un buen trabajo, de obtener resultados excelentes en los estudios, de hallar la persona amada, de alcanzar la plena realización de nuestras vidas. Desde esta perspectiva, podemos decir, con Benedicto XVI, que «el hombre está vivo mientras espera, mientras en su corazón está viva la esperanza» (Ángelus, 28 de noviembre de 2010).

Las distintas esperanzas humanas, que inspiran nuestras actividades diarias, corresponden al anhelo de felicidad que Dios ha puesto en el corazón de los hombres (cf. Catecismo de la Iglesia católica, n. 1818). Por lo tanto, la esperanza cristiana purifica y ordena todas nuestras acciones hacia Dios, fuente perfecta y plena de amor y felicidad que colma todos nuestros anhelos.

Benedicto XVI, en la carta encíclica Spe Salvi, nos propone tres “lugares” para el aprendizaje y el ejercicio de la esperanza cristiana. En ese sentido, podemos hablar de un “gimnasio” para fortalecernos en la virtud de la esperanza cristiana, pues el materialismo y el consumismo, que asfixian nuestra sociedad, pueden opacar y debilitar la vivencia de esa virtud.

El primer “lugar” es la oración. En el diálogo íntimo y personal con Dios experimentamos la realidad y la cercanía de un Padre que escucha y nos habla. El contacto frecuente con el Señor, en la oración, reaviva y renueva nuestra esperanza porque nos acercamos con la convicción de que Dios siempre atiende nuestras súplicas y está dispuesto a ayudarnos, pues «cuando no puedo hablar con ninguno (…) siempre puedo hablar con Dios. Si ya no hay nadie que pueda ayudarme (…) Él puede ayudarme».

El segundo “lugar” es la rectitud del obrar y el sufrimiento. El dolor y los padecimientos, tanto físicos como morales, son realidades connaturales a nuestra existencia humana. Cuando las tribulaciones se aceptan, no con una vana resignación, sino con fe y esperanza encontramos un camino de maduración y purificación. Desde esta óptica, el sufrimiento adquiere un auténtico sentido sólo a la luz del misterio de Cristo y, así mismo, los padecimientos se pueden enfrentar con realismo y sin desesperación.

Finalmente, en tercer “lugar” está la reflexión constante sobre el juicio final. En este sentido, La realidad del juicio nos ayuda a ordenar la vida presente de cara al futuro, a la eternidad. Además, ante muchos de los trágicos eventos que han marcado la historia humana esperamos en la justicia divina, pues tiene que existir alguien que pueda responder «al sufrimiento de los siglos» y al «cinismo del poder». Algunos autores de la violencia e injusticia en este mundo podrán escapar al juicio humano pero no al juicio divino.

En conclusión, «el hombre necesita a Dios, de lo contrario queda sin esperanza» (Spe Salvi, n. 23). Sólo Dios puede colmar totalmente todos nuestros anhelos y esperanzas.

¿Cuáles son mis esperanzas?, ¿a dónde tiende mi corazón? La estatura moral y espiritual del hombre se puede medir por aquello que espera (cf. Benedicto XVI, Ángelus, 28 de noviembre de 2010).

Tomado de: http://es.catholic.net/catequistasyevangelizadores/802/3217/articulo.php?id=50412