lunes, 29 de agosto de 2016

¡Al borde de las emociones!...


¡Al borde de las emociones!...


¡No contuve la emoción!, ¡que emocionante estuvo el partido!, ¿te fijaste que emocionante estuvo la película?... cuántas y cuántas frases hay alrededor del tema de las emociones, cuanto y cuanto podemos hablar de este tema, y cuan poco conocemos acerca de cómo conducir de mejor manera, este elemento propio de la personalidad humana que hoy por hoy cobra interés en los estudiosos, psicólogos y sociólogos, incluso nuestra fe. Si, así como lo está leyendo, es tal de suma importancia hablar claro del manejo de las emociones que incluso el Papa y los obispos se refieren a él por medio del documento postsinodal Amoris Laetitia, porque todo mundo estamos deseosos de conocer el origen de tantas situaciones que aquejan al hombre de hoy debido al mal manejo de las emociones:

“Experimentar una emoción no es algo moralmente bueno ni malo. Comenzar a sentir deseo o rechazo no es pecaminoso ni reprochable. Lo que es bueno o malo es el acto que uno realice movido o acompañado por una pasión”.  
(Amoris Laetitia 146)

Que claro define el documento que no tiene nada de malo sentir, las emociones nacen dentro de lo más profundo de nuestro ser y son las que permiten que podamos tener conciencia de nosotros mismos, comunicarnos con el exterior, acompañan incluso a fenómenos fisiológicos de nuestro cuerpo y generalmente suelen darse de una manera inesperada o abrupta, aunque esto no implica que puedan ser manejadas o controladas,  ya que recordemos que el hombre también posee el extraordinario don de la fuerza de la voluntad, que es el medio regulador para no dejarse solamente llevar por el sobresalto emocional.

Bien nos expresa el documento, que lo que verdaderamente importa es la respuesta que realizamos cuando surge la emoción, es el acto que movido por la pasión lo que hace al hombre un virtuoso o un vicioso, una persona con falta de autoestima, un joven desorientado en su proceso vocacional, una rebeldía reactiva y un egocentrismo que nos frena y no permite que experimentemos el verdadero desarrollo humano.

Hoy como nunca el hombre se ha enfrentado al choque y la crisis existencial debido al mal manejo de las emociones, un automóvil nuevo podrá ser el mejor auto del mundo pero mal manejado podemos incluso estropear la maquinaria que este en excelentes condiciones, el materialismo desmedido, una cultura de sensualismo y hedonismo, el permisivismo de los padres y el desenfreno por el consumismo ha hecho que el hombre caiga en excesos y no permita el dominio propio, la pasión no es mala pues es el motor que nos impulsa a hacer las cosas pero el documento cuestiona ¿qué cosas?, porque la pasión por un deporte es buena en la medida que esto no lleve a romper con los límites de la persona y su cuerpo, la pasión por el trabajo es buena en la medida que no sirva de fuga para no afrontar otras obligaciones, y la pasión por conocer y manejar las nuevas tecnologías es bueno  mientras la persona no se pierda y se olvide de la relación con los demás y la atención a otras circunstancias que lo rodean en ese momento.

He de ahí que como nunca estamos llamados a conocernos más a fondo y aprender sistemas o procesos que nos auxilien en el difícil manejo de las emociones, una de las cosas que más me apasionan es descubrir en los rasgos humanos de Jesús, su respuesta ante la vida, ante el trato con las personas y por su puesto el manejo de sus emociones, es una aventura interminable adentrarse a la figura del Nazareno hombre y ver cómo era su trato con Zaqueo, las prostitutas, la Samaritana  y por su puesto con sus amigos los apóstoles a quienes, ama, reprende, enseña, escucha, pregunta y lo más difícil, perdona; ya que es un gran conocedor de su fragilidad y madurez humana. Si alguien en la historia podemos poner como ejemplo de equilibrio eficaz en el manejo de su emociones es Jesús, ¿porque no estudiarlo y profundizar en su persona para desentrañar el cómo pudo aplicar juicio a momentos tan intensos de su vida?

Como explicaba anteriormente Jesús emplea incluso muchísimas técnicas que hoy la ciencia pretende darnos que son eficaces para este manejo, hoy solo me quedare con un momento el que se narra en el capítulo 4 según San Juan, el ya muy conocido pasaje de la Samaritana, en este increíble diálogo Jesús aprovecha para que la mujer interiorice en su vida y se dé cuenta de su verdad más profunda, quiero reflexionar en la manera sútil como Jesús fue llevando la conversación, la escucha empática que tienen con la mujer, el manejo sin exagerar de la analogía y el hacerla caer en cuenta de lo que verdaderamente tenía que sanar, la falta enorme de amor que no había podido superar incluso después de cinco matrimonios y una pareja.

De igual manera es tiempo que comencemos a experimentar un diálogo profundo con el interior de nuestro ser, comenzar analizar las situaciones de la infancia que detonaron en lo que somos y hacemos hoy de adultos, desmenuzar nuestras etapas de juventud cuando es el despertar al mundo y entender las emociones que nos dieron impulso para casarnos o conservar nuestra soltería al servicio de la sociedad, todos estos momentos fueron actos respaldados por el manejo de las emociones y si somos incisivos podremos descubrir el patrón y común denominador de nuestras respuestas ante los sentimientos que nos arrojan a las circunstancias del hoy.

Podremos ir trazando un mapa que nos hará ser más conscientes de nuestras respuestas y ver si necesitamos mejorar, reforzar o eliminar de plano si es que nos ha llevado a fracasos y rompimientos con otras relaciones humanas, descubrir cuáles son los momentos en que me irrito con facilidad, en el que me deprimo y no dejo de llorar, en que actuó impulsivamente y uso el reclamo y la acusación, incluso el trato grosero, todo esto es importante porque en la medida en que conozcamos más de nosotros y aprendamos amarnos más saldremos de una manera mejor de nuestras crisis y momentos difíciles de nuestra vida.

Por último, quisiera recomendarle lo que en mi vida personal me ha servido más para seguir en la lucha del equilibrio y mejor trato para llevar mi vida, el profundizar y reflexionar en los frutos del Espíritu Santo ha hecho encontrar más control y manejo de mis emociones, la lista no es grande, piense en: la caridad, gozo, paz, paciencia, bondad, fidelidad modestia, continencia, castidad y las que quizás no estamos muy familiarizados con su significado longanimidad (perseverancia en las cosas de Dios), benignidad (tendencia a hacer el bien a los demás) mansedumbre (viene de manso manifestado como ceder a nuestro propios derechos y privilegios por el bien de los demás).

Al fin y al cabo es a lo que estamos llamados todos los que vivimos en este mundo.


Por Manuel Lule
Correo: contactofampe@gmail.com